Salud verbal: Comunícate con tus emociones
Solemos hablar de salud mental, y por supuesto nos preocupa la salud física, pero es raro hablar de la salud emocional, a pesar de que nuestras emociones determinan la manera en la que nos relacionamos con nuestro mundo.
Cuando hablamos de problemas de salud mental, no sólo nos referimos a la manera de pensar. Hablamos acerca de cómo nos sentimos y cómo esos sentimientos nos afectan, es conocido por muchos el hecho de que sentirse estresado, vulnerable o inestable a nivel emocional tiene un gran impacto en nuestra salud física también.
Para tener una mente saludable necesitamos tener en buen estado nuestra salud emocional, sentirnos bien, ya que esto afecta de manera positiva la salud física y el bienestar. Así que nuestra salud mental y nuestra salud física están interrelacionadas y dependen de la salud emocional.
Cuando hablamos acerca de mantener la mente abierta y le enseñamos a las personas acerca de esto, lo que estamos haciendo es permitirles entrenar su mente para ser más reflexivos y estar más pendientes de lo que sucede dentro y alrededor de ellos y desarrollar la habilidad de escucharse a sí mismos y a los demás. Son las emociones, los sentimientos los que permiten que este proceso suceda.
Por experiencia propia y ajena, las personas que están en estados de crisis emocionales tienen un común denominador: están luchando para relacionarse con lo que están sintiendo y entender su experiencia emocional. Incluso si sus sentimientos son una respuesta adecuada y natural a los eventos que están ocurriendo en su mundo en ese momento, se sienten emocionalmente colmados y no saben cómo manejarlo. La no comprensión de cómo se sienten y el no tener un lenguaje y un vocabulario emocional amplio que les permita relacionarse, entender y comprometerse con lo que en realidad está sucediendo a su alrededor tiene consecuencias graves a todo nivel.
Nuestras emociones están siempre vivas, despiertas: sentirnos de la manera en cómo nos sentimos es la manera en como ellas nos informan que estamos vivos. Son un sistema de navegación, tenemos una continua interacción emocional con todo lo que sucede a nuestro alrededor, además de una respuesta emocional a esto. Pero si no tenemos un vasto lenguaje emocional, y no hemos aprendido a relacionarnos con nuestras experiencias o a escuchar lo que estamos sintiendo, entonces no sabremos cómo interpretar esta información. Nos faltará una habilidad vital que nos permita guiar nuestra vida de manera exitosa y con relativa suavidad
Nuestras emociones son también el combustible de nuestras acciones. Actuar de manera muy emocional puede ser negativo, ya que se reacciona sin pensar, como si faltara alguna especie de botón de “pausa” en el interior. Nuestras emociones generan una gran cantidad de energía, y al vivir de manera reactiva genera siempre una gran carga emocional. Cuando somos capaces de tomar acciones reflexivas, racionales, basadas en elecciones conscientes, accionar en vez de reaccionar, las cosas se hacen mucho más fáciles
En nuestras vidas como adultos, la relación entre la racionalidad y las emociones es la más influyente que vamos a tener. La salud de cualquier relación descansa en un buen nivel de comunicación, y esto incluye a la relación que tenemos con nosotros mismos y la manera en que nos relacionamos con nuestras emociones.
Para poder vivir una plena y rica vida emocional, necesitamos una fuerte relación con nuestras experiencias emocionales, y para lograr esto debemos desarrollar un lenguaje emocional, un vocabulario fluido que permitirá un alto nivel de comunicación activa con nosotros mismos.
El lenguaje es descriptivo, y crea un vínculo entre la experiencia y el pensamiento. Nos ayuda a definir cosas, sentimientos y acciones, darles sentido y tenerlas presentes. Nos permite tener un gran entendimiento y comprensión de todo. Tener un lenguaje y un vocabulario emocional amplios es una habilidad valiosa que debemos desarrollar. Crea el vínculo entre nuestras emociones y nuestra mente y es crucial para nuestra salud integral.
